Ellos son como los pájaros que migran
Pero no tienen la misma suerte
Observados son como los pájaros
Pero no tienen la misma suerte
Los pájaros en su vuelo libre
Eligen el sitio que mejor les convienen
Alzan vuelo y cruzan los continentes
No se les interponen ciertas fronteras
Cuando encuentran el ambiente más adecuado
Posan y reposan despertando la curiosidad
Son respetados y contemplados
Los otros, ellos, en su vuelo
En busca de mejores condiciones
De libres tienen poco
Ya son tomados como infractores
Se les interponen fronteras
Cuando encuentran el ambiente tan soñado
Que se les puede suponer mejores condiciones
Se les cae encima la cruda realidad
A ellos no se les permite siquiera posar
Menos aún se les consiente reposar
Son de otras partes, de otros continentes
Son diferentes, de una cultura ajena
Al del lugar para donde volaran
Y que creían ser un sitio mejor para vivir
Su cultura no se la respeta y menos se la contempla
Sus costumbres y valores son extraños
Se les ríe en su cara, se les rechaza
Se les arrebata el derecho a una vida más digna
Se les usurpa la libertad
Ellos no tienen la misma suerte de los pájaros que vuelan libremente
No se les respeta, ni contempla y menos se les da un poco de amor
El desconocido, la diferencia, la diversidad y, sobre todo, la necesidad muchas veces asustan
Y parecen ofrecer peligro
Pobres de todos aquellos que no se les permiten a ellos tener la misma suerte de los pájaros.
Infortunados los que pierden la oportunidad de compartir, respetar y contemplar otras culturas ajenas a la suya y desaprovechan la posibilidad de aprender un poco de los demás (de ellos).
¿Qué tal una dosis mayor de amor y de respeto hacia ellos?
¿Qué tal un poco menos de estas fronteras de la ignorancia?
¿Qué tal se les permitir a ellos tener la misma suerte de los pájaros, es decir de volar libremente para donde se encuentren mejor, de ser contemplados y respetados?
¿Qué tal aprender un poco de ellos?
Hay quien se crea el centro del universo, perteneciente a una cultura superior, y es tan o más prisionero que cualquiera, pues vive encerrado en una burbuja, que por más desarrollada, es frágil.
Las culturas no son superiores unas a las otras, sino diferentes.
El egocentrismo es un arma peligrosa que hiere, ofende, siembra miedo, odio, indiferencia, ignorancia, desamor, prisión y toda suerte de cosas reprochables.
No se aprende de una cultura atribuyéndole estereotipos, sino conociéndola desde de dentro.
La capacidad de aprender no está en decir “yo soy”, sino en preguntar ¿cómo eres tú?
¡Ama a tu semejante como a tí mismo!